Monday, December 03, 2007

Mi hermano y sus 40


El Chico con su familia: Su compañera Jime, su hija Amandita y su hijo Vicente. (Foto birlada del sitio familiar www.teampuiglealtoro.blogspot.com)

El Chico cumplió 40 años y lo conozco desde que tenía 13. Eso, según mis cálculos matemáticos me da la suma de 27 años de tiempo intermitente de convivencia.
Los primeros años fueron intensos. Recuerdo siempre de manera especial la veza que decidí irme de la casa porque no compartía las reglas de mis padres. La tía Meggi me recibió en la suya (la del Chico) y me pude quedar algo así como una semana (a pesar de mi aventura, no soporté mucho más la distancia con mis viejos). Íbamos a almorzar todos los días, luego del colegio, a la casa abandonada, donde mi mami nos esperaba con algo rico. Íbamos de visita, como para que no me extrañaran mucho.
La cantidad de fiestas en casa de los Puig, en General Mackenna, los besos furtivos tras las puertas, o en la pista de baile, no se comparan a la cantidad de besos que quise dar y nunca se concretaron. Aprendí y crecí en ese espacio, lo que era el valor de la amistad y es inevitable recordar el episodio en que me puse como loco al ver al Chico con el tabique roto por un ladrillazo, que le dejó la nariz con comba, al igual que… que otras cosas que son imperdibles en la memoria.
Íbamos al baño juntos, como hacían las mujeres, jajajajajaja, nos acompañábamos a ‘cagar’ como si fuera lo más natural del mundo y dormimos muchas veces en la misma cama, incluido el Chomalí, que era como una cobijita de lana. Recuerdo haber despertado una vez en la cama de la tía con uno a cada lado durmiendo sobre mis brazos después de una farra, y de seguro que la tía andaba de viaje o algo.
Las colectas en que actuábamos como voluntarios, las recogidas de diarios y botellas para tener plata en campamentos, los abrazos innumerables que se daban como una rutina obvia y necesaria para mantener en alto la vida que comenzamos a construir con los afectos como parte importante de la vida.
No puedo decir que la amistad se parezca a nada diferente de lo que compartimos cuando apenas comenzábamos a mirar niñas y añorar caricias. Cuando entre campamentos y vivencias, fuimos recogiendo de la forma de ser de los otros y dejamos que nos permearan los sentimientos.
Mi vida no sería la misma sin esos años, sin el grupo viviendo como una familia, con las personas y los sueños que se fueron forjando a pesar de lo distintos, con la misma intensidad y convencimiento de lo que nos guiaría en la vida.
Si bien cuando llegamos a la universidad y decidimos que cada uno apuntaba a otras cosas. Si bien ambos cometimos errores que pudieron hacer daños y de los cuales hemos aprendido. Si bien la vida me trajo miles de kilómetros lejos y allá se quedaron las raíces, mi hermano siempre será mi hermano y mi corazón siempre estará dispuesto y lleno de su energía y pasión por cada cosa que emprendiera.
Hoy mi hermano cumplió 40 años, a mí me faltan cinco meses. Mi abrazo vuela a su encuentro y mi recuerdo se vuelve planes para seguir creciendo. Sigo sintiendo que la vida da vueltas para eso; Para seguir creciendo.