Tuesday, September 18, 2007

Un momento vacío puede ser la vida entera

Lo que uno debe definir primero no es el camino a recorrer, sino hacia dónde quiere ir. Al menos si espera llegar a alguna parte. Suena lógico: ¡no? Pero no se aplica a todo en la vida. Hay veces en que te metes en un camino por el simple placer de viajar. Y en el recorrido, descubres que la vida te va haciendo de las suyas y modificando el ser que eras cuando partiste.

Ahora, si quieres ir a alguna parte específica, no siempre el camino es el más placentero. Entonces hay que decidir: ¿me le mido al recorrido? Generalmente eso es doloroso. Y a veces uno escoge quedarse en un momento vacío para evitar el dolor.

Pero ojo, que un momento vacío puede durar toda la vida.

Tuesday, September 11, 2007

Otro septiembre 11


Foto tomada de: www.elangelcaido.org/comunicacion/029/11septiembre01.jpg

¡No lo puedo creer! Han pasado 34 años desde que Augusto Pinochet Ugarte, auto proclamado comandante en jefe del Ejército, se tomó el poder junto a sus escuderos: César Mendoza Durán, General, Director de Carabineros de Chile; José Toribio Merino Castro, de la Armada Nacional, y el oscuro general Gustavo Leigh, al frente de la Fuerza Aérea de Chile.

Estos nombres, valientes soldados (como versa el himno nacional), se tomaron el Palacio de La Moneda un 11 de septiembre, e hicieron frente con tanques, tanquetas, hombres fuertemente armados de Carabineros y el Ejército, sin contar los cazabombarderos que a su vez bombardearon desde el aire, a un grupo de resistentes, en su mayoría civiles, entre los que se encontraba el presidente Salvador Allende Gossens, armados con subametralladoras, escopetas y armas cortas. Sólo les faltó mandar un acorazado de la armada para tan temible hazaña.

Lo que vino después es ampliamente conocido: Personas desaparecidas, torturadas, asesinadas, exiliadas, etcétera, etcétera, etcétera… Podría dar cifras pero no quiero caer en el tema de los números, ni en el debate en el que nos pretenden hacer entrar cuando justifican una debacle como esta en aras del bien de una mayoría versus el sacrificio de una minoría. (Es que ni siquiera está claro que sea una minoría).

Quiero recordar el Chile del que hablaban las canciones, de los buenos anfitriones, de lo festivos que éramos antes de que mi cerebro pueda recordar y de lo que dejamos de ser y lo sub humanos que somos como país hoy en día.

Quiero imaginar si algunos de mis amigos podrían estar vivos si esto no hubiera pasado, o los amigos de mis amigas, o las parejas de tantos y tantas que nublaron el corazón de tantos y tantas más. El 11 de septiembre será siempre una fecha oscura para nosotros, una generación de adolescentes que no lo fuimos, que andábamos pensando en lo que vendría si sacrificábamos tantas cosas de la juventud por algo que no vivimos, y no viviremos. Que jugamos a ser grandes y pensamos que estábamos para grandes cosas aunque nunca las viéramos.

Con la conciencia de que la muerte podía encontrarles, tantos y tantas héroes y heroínas de esas que se ven en las películas, pero que nunca se han reconocido, dejaron su vida, o algo de lo mejor de sus vidas, por restablecer esa alegría que nunca vino.

Hoy en día muchas personas que jugaron con nuestros sueños se regocijan en un puesto de trabajo en el Ejecutivo de la doctora Bachelet. Hoy en día dicen que el gobierno de 'izquierda' de ella hará un país más justo pero con calma, y despacito. Tan despacito que ya han pasado más de 18 años desde que se fue ese señor y todavía hay hambre, inaccesibilidad a la educación y largas filas para que atiendan a los ancianos en los consultorios de salud.

Un país rico, el más rico de América Latina, en que se mueren dos ancianos de frío en sus casas porque no tuvieron con qué abrigarse este invierno que se acaba.

Ése es el país que heredamos de esa lucha contra la amenaza comunista que emprendieron los señores generales. Esa hazaña de la que, hasta el día de su muerte, cómodo en su cama, se sintió orgulloso el general comandante en jefe de las fuerzas armadas (escribo a propósito con minúsculas), luego de que se comprobó su enriqueicimiento ilícito (como un vulgar ladrón) y lo que todos sabíamos -excepto, quizás, los que no querían ver, aunque eso no les excuse-.

Son tantas las cosas que se podrían comentar. Son tantas las etapas que nos saltamos algunos, pero tantas más las que se saltaron otros y otras. Son tan oscuros los episodios y seguimos, como mayoría, volteando la vista sin querer que eso nos toque o nos culpe.

Sí, ya sé que hay quienes desean voltear la página, que no quieren seguir pensando en esto, al fin y al cabo ya son 34 años. ¡Hasta cuándo? Preguntan.

¿Hasta que al menos seamos capaces de mirar a la cara a los exiliados de esta democracia ficticia y mojigata que sigue escondiendo su responsabilidad en la validación que le da un sistema electoral impuesto por la dictadura?

¿Hasta que dejen de desconocer el derecho a reclamo que tiene la gente del común cuando el sistema los desconoce sistemáticamente? ¿Hasta que el nuevo gobierno al menos reconozca su incapacidad de dejar atrás el sistema autoritario que heredamos, el que combatieron y que ahora defienden en la práctica?

Yo no sé hasta cuándo en realidad. Pero me da vergüenza pensar que la democracia chilena distribuye sus riquezas entre una inmensa minoría y la gente del común sigue en las mismas: ¡Jodida!

Sigo pensando que esta es una fecha nefasta. Sigo pensando que es increíble que una de las principales arterias viales de Santiago se llame 11 de septiembre como si fuera un motivo de orgullo y la gente se pasee por ella sin siquiera cuestionarlo. Sigo sintiendo que somos mojigatos, cobardes y rastreros. Y me sigue doliendo esto, tal vez porque hago parte de los que no fuimos capaces de cambiarlo.

Friday, September 07, 2007

Pseudointelectuales de nuestro tiempo

Me encuentro tan seguido con esos personajes que se sienten en la condición de juzgar a los demás, personas que no son incapaces de estabilizarse emocionalmente, y que miran a los otros como si fueran unos ‘pendejos’.
Suelen ser personas del mundillo intelectual, que por saber una técnica o haber desarrollado un pequeño discurso se sienten con la autoridad de condenar el mal gusto de quienes les rodean o catalogar con su actitud a quienes no gustan de lo mismo que su refinado paladar o intelecto les ha enseñado.
¿Quién ‘hijueputas’ se creen estos huevones? Apenas son capaces de mirarse al espejo todos los días, han demostrado incapacidad para desarrollar relaciones duraderas, tienen un pequeño reducto en el que se sienten fuertes y tienen la mente tan estrecha que son incompetentes para descubrir que podrían aprender algo de las personas a las que juzgan en una actitud tal de superioridad que lo único que se evidencia es una inseguridad que vocifera debilidad.
Me molesta tanto esa gente que es incapaz de mirar a la cara o sostener una mirada para llevar una discusión. Me enciende la ira cuando susurran: “este man” porque alguien mira una película que no está a la altura de El Perro Andaluz o Tan lejos y Tan Cerca. ¿Es que piensan que quién se sienta a ver Rocky no está a la añtuçra de su mente, o qué? ¿Y es que sólo tienen ojos para Ingmar Bergman? ¿Se les olvida que habitan un mundo en que las personas sólo se pueden entender desde lo que les llega? ¿Creen que todo el mundo debe ser de los privilegiados han tenido acceso a la educación que les permita entender los subtextos de Woody Allen?
¿Qué clase de intelectuales se acuñan en estos tiempos que no son capaces de entender las motivaciones, las emociones y las pasiones de su tiempo?
Difícilmente esos pseudointelectuales del mundillo intelectual son capaces de entenderse a sí mismos, porque están preocupados de parecer lo que no son y porque no saben qué ni quiénes son. Difícilmente serán capaces de ponerse a la altura de los pensadores que propusieron cambios para el mundo que habitaban porque entendían el mundo que les rodeaba.
Esa clase de mediocres con carteles colgados en sus pechos me tienen de las huevas con su hipocresía… Estoy enojado esta noche porque a veces la pedancia se disfraza de tonos dulces y a veces refinados. Hienas disfrazadas de ovejas que esperan la carroña para alimentarse del animal caído.