Monday, December 03, 2007

Mi hermano y sus 40


El Chico con su familia: Su compañera Jime, su hija Amandita y su hijo Vicente. (Foto birlada del sitio familiar www.teampuiglealtoro.blogspot.com)

El Chico cumplió 40 años y lo conozco desde que tenía 13. Eso, según mis cálculos matemáticos me da la suma de 27 años de tiempo intermitente de convivencia.
Los primeros años fueron intensos. Recuerdo siempre de manera especial la veza que decidí irme de la casa porque no compartía las reglas de mis padres. La tía Meggi me recibió en la suya (la del Chico) y me pude quedar algo así como una semana (a pesar de mi aventura, no soporté mucho más la distancia con mis viejos). Íbamos a almorzar todos los días, luego del colegio, a la casa abandonada, donde mi mami nos esperaba con algo rico. Íbamos de visita, como para que no me extrañaran mucho.
La cantidad de fiestas en casa de los Puig, en General Mackenna, los besos furtivos tras las puertas, o en la pista de baile, no se comparan a la cantidad de besos que quise dar y nunca se concretaron. Aprendí y crecí en ese espacio, lo que era el valor de la amistad y es inevitable recordar el episodio en que me puse como loco al ver al Chico con el tabique roto por un ladrillazo, que le dejó la nariz con comba, al igual que… que otras cosas que son imperdibles en la memoria.
Íbamos al baño juntos, como hacían las mujeres, jajajajajaja, nos acompañábamos a ‘cagar’ como si fuera lo más natural del mundo y dormimos muchas veces en la misma cama, incluido el Chomalí, que era como una cobijita de lana. Recuerdo haber despertado una vez en la cama de la tía con uno a cada lado durmiendo sobre mis brazos después de una farra, y de seguro que la tía andaba de viaje o algo.
Las colectas en que actuábamos como voluntarios, las recogidas de diarios y botellas para tener plata en campamentos, los abrazos innumerables que se daban como una rutina obvia y necesaria para mantener en alto la vida que comenzamos a construir con los afectos como parte importante de la vida.
No puedo decir que la amistad se parezca a nada diferente de lo que compartimos cuando apenas comenzábamos a mirar niñas y añorar caricias. Cuando entre campamentos y vivencias, fuimos recogiendo de la forma de ser de los otros y dejamos que nos permearan los sentimientos.
Mi vida no sería la misma sin esos años, sin el grupo viviendo como una familia, con las personas y los sueños que se fueron forjando a pesar de lo distintos, con la misma intensidad y convencimiento de lo que nos guiaría en la vida.
Si bien cuando llegamos a la universidad y decidimos que cada uno apuntaba a otras cosas. Si bien ambos cometimos errores que pudieron hacer daños y de los cuales hemos aprendido. Si bien la vida me trajo miles de kilómetros lejos y allá se quedaron las raíces, mi hermano siempre será mi hermano y mi corazón siempre estará dispuesto y lleno de su energía y pasión por cada cosa que emprendiera.
Hoy mi hermano cumplió 40 años, a mí me faltan cinco meses. Mi abrazo vuela a su encuentro y mi recuerdo se vuelve planes para seguir creciendo. Sigo sintiendo que la vida da vueltas para eso; Para seguir creciendo.

Friday, October 19, 2007

Más de lo que somos... de lo que no quiero ser

Mis sueños nunca han tenido que ver con tener una casa muy terrenal, ni con grandes cantidades de dinero, ni con un carro último modelo en el garaje de la casa que no he soñado. Mis anhelos han tenido que ver con descubrir qué es lo que tengo dentro a ver si algún día soy capaz de sacarlo fuera de manera tal que transforme un poco el mundo que habito.
Este mundo que es una mierda y tantas veces me han discutido que no. Este mundo material que piso cuando recorro las calles de una Bogotá amenazante o un Santiago maquillado que se quiere parecer a lo que nunca será. Unas ciudades llenas de inmundicia, desde quienes las gobiernan, hasta quienes las habitan.
Quisiera creer que algún día esos -que insisto en pensar que son mayoría-, esos que no le hacen mal a nadie –pero tampoco bien- despertarán y se unirán a esos pocos que algo impulsan, con un grano de arena y una convicción irreducible, para que podamos habitar un mundo con más abrazos y menos dagas.
“Una bala siempre es perdida”, le leí un día a Juan Mosquera (www.lluevelove.blogspot.com) y me ha quedado incrustada la frase en la memoria. Lástima que la razón de los humanos, la lógica y el pragmatismo sean tan estúpidos. Habría que disparar más cámaras a las puestas de sol, más globos calientes al cielo, más risotadas en espacios públicos y privados. Pero sigue imponiéndose nuestra prepotencia en forma de lógica y supuesta razón, la principal “virtud” de la especie que domina el planeta, A veces pienso que ahí fu cuando todo se fue a la mierda: Cuando le cedimos tanto terreno a la razón, se lo restamos a la intuición, y perdimos la capacidad de escuchar sentimiento y un llamado a la pasión.
Pero sigo pensando, sigo tratando de aprender de lo que no se, sigo intentando descubrir cuáles son las cosas que movilizan al mundo y en las que sean capaces de despertar a esa horda de gente dormida, que escasamente opina y mucho menos actúa.

Wednesday, October 03, 2007

Tum tums del corazón

Un día me desperté siendo un nómada con ganas de raíces. Añoraba la tierra que me vio partir a detenerme sin tocar el suelo. Pero con el viento en el rostro es difícil detenerse... eso, que se parece a la libertad, a veces es una trampa.
Me preguntaron si sabía cómo reconocer el amor, si ese viaje había servido para saber al menos eso y me encontré respondiendo. Sumergiéndose en ese mar –le dije- no hay otra forma. Buceando sin miedo en esas aguas que pueden parecer inciertas y que despiertan la adrenalina. ¡Hay que meterse sin miedo, es la única manera!
- ¿Si hay que sufrir se sufre?
- Es la única forma de ser feliz. A esta vida vinimos a sentir, y eso incluye el dolor.
- No me quiero ir de este mundo sin saber que es el amor.

Y volví a encontrarme con que el amor que no siento hace tiempo está latente. Que mi soledad interminable es parte de mi felicidad porque no quiero nada que se parezca al amor sino que me inunde. Lo quiero todo o nada.
Supe que si la ocasión se presenta no tendré ningún miedo porque quedarse con la duda de no saber si no eres feliz por cobardía, es peor que el dolor que se pueda sentir por equivocarse. Supe que la vida me ha regalado felicidad dentro de los espacios y los mundos que he recorrido.
Reconocí que eso que se siente es algo orgánico que no alcanza a ser descrito con palabras, que no tiene explicación ni se puede cuantificar.
¿Cómo describes el sabor del vino cuando te lo sirven en otra boca? ¿Cómo describes el sorbo de café al amanecer con un cuerpo acurrucado en tu pecho? ¿Cómo describes la sensación de sentir el estremecimiento de un cuerpo cuando tocas un muslo por primera vez?
Hay cosas que se saben pero no se enseñan. Una de esas es el amor. Una forma de respirar sintiendo como inhala y exhala la otra persona, y en ese respirar te saca cosas que no sabías que tenías dentro. Ese mejor ser humano que no te has atrevido a ser. Si no se aproxima a eso: Puede ser cualquier cosa, pero no es amor.

Tuesday, September 18, 2007

Un momento vacío puede ser la vida entera

Lo que uno debe definir primero no es el camino a recorrer, sino hacia dónde quiere ir. Al menos si espera llegar a alguna parte. Suena lógico: ¡no? Pero no se aplica a todo en la vida. Hay veces en que te metes en un camino por el simple placer de viajar. Y en el recorrido, descubres que la vida te va haciendo de las suyas y modificando el ser que eras cuando partiste.

Ahora, si quieres ir a alguna parte específica, no siempre el camino es el más placentero. Entonces hay que decidir: ¿me le mido al recorrido? Generalmente eso es doloroso. Y a veces uno escoge quedarse en un momento vacío para evitar el dolor.

Pero ojo, que un momento vacío puede durar toda la vida.

Tuesday, September 11, 2007

Otro septiembre 11


Foto tomada de: www.elangelcaido.org/comunicacion/029/11septiembre01.jpg

¡No lo puedo creer! Han pasado 34 años desde que Augusto Pinochet Ugarte, auto proclamado comandante en jefe del Ejército, se tomó el poder junto a sus escuderos: César Mendoza Durán, General, Director de Carabineros de Chile; José Toribio Merino Castro, de la Armada Nacional, y el oscuro general Gustavo Leigh, al frente de la Fuerza Aérea de Chile.

Estos nombres, valientes soldados (como versa el himno nacional), se tomaron el Palacio de La Moneda un 11 de septiembre, e hicieron frente con tanques, tanquetas, hombres fuertemente armados de Carabineros y el Ejército, sin contar los cazabombarderos que a su vez bombardearon desde el aire, a un grupo de resistentes, en su mayoría civiles, entre los que se encontraba el presidente Salvador Allende Gossens, armados con subametralladoras, escopetas y armas cortas. Sólo les faltó mandar un acorazado de la armada para tan temible hazaña.

Lo que vino después es ampliamente conocido: Personas desaparecidas, torturadas, asesinadas, exiliadas, etcétera, etcétera, etcétera… Podría dar cifras pero no quiero caer en el tema de los números, ni en el debate en el que nos pretenden hacer entrar cuando justifican una debacle como esta en aras del bien de una mayoría versus el sacrificio de una minoría. (Es que ni siquiera está claro que sea una minoría).

Quiero recordar el Chile del que hablaban las canciones, de los buenos anfitriones, de lo festivos que éramos antes de que mi cerebro pueda recordar y de lo que dejamos de ser y lo sub humanos que somos como país hoy en día.

Quiero imaginar si algunos de mis amigos podrían estar vivos si esto no hubiera pasado, o los amigos de mis amigas, o las parejas de tantos y tantas que nublaron el corazón de tantos y tantas más. El 11 de septiembre será siempre una fecha oscura para nosotros, una generación de adolescentes que no lo fuimos, que andábamos pensando en lo que vendría si sacrificábamos tantas cosas de la juventud por algo que no vivimos, y no viviremos. Que jugamos a ser grandes y pensamos que estábamos para grandes cosas aunque nunca las viéramos.

Con la conciencia de que la muerte podía encontrarles, tantos y tantas héroes y heroínas de esas que se ven en las películas, pero que nunca se han reconocido, dejaron su vida, o algo de lo mejor de sus vidas, por restablecer esa alegría que nunca vino.

Hoy en día muchas personas que jugaron con nuestros sueños se regocijan en un puesto de trabajo en el Ejecutivo de la doctora Bachelet. Hoy en día dicen que el gobierno de 'izquierda' de ella hará un país más justo pero con calma, y despacito. Tan despacito que ya han pasado más de 18 años desde que se fue ese señor y todavía hay hambre, inaccesibilidad a la educación y largas filas para que atiendan a los ancianos en los consultorios de salud.

Un país rico, el más rico de América Latina, en que se mueren dos ancianos de frío en sus casas porque no tuvieron con qué abrigarse este invierno que se acaba.

Ése es el país que heredamos de esa lucha contra la amenaza comunista que emprendieron los señores generales. Esa hazaña de la que, hasta el día de su muerte, cómodo en su cama, se sintió orgulloso el general comandante en jefe de las fuerzas armadas (escribo a propósito con minúsculas), luego de que se comprobó su enriqueicimiento ilícito (como un vulgar ladrón) y lo que todos sabíamos -excepto, quizás, los que no querían ver, aunque eso no les excuse-.

Son tantas las cosas que se podrían comentar. Son tantas las etapas que nos saltamos algunos, pero tantas más las que se saltaron otros y otras. Son tan oscuros los episodios y seguimos, como mayoría, volteando la vista sin querer que eso nos toque o nos culpe.

Sí, ya sé que hay quienes desean voltear la página, que no quieren seguir pensando en esto, al fin y al cabo ya son 34 años. ¡Hasta cuándo? Preguntan.

¿Hasta que al menos seamos capaces de mirar a la cara a los exiliados de esta democracia ficticia y mojigata que sigue escondiendo su responsabilidad en la validación que le da un sistema electoral impuesto por la dictadura?

¿Hasta que dejen de desconocer el derecho a reclamo que tiene la gente del común cuando el sistema los desconoce sistemáticamente? ¿Hasta que el nuevo gobierno al menos reconozca su incapacidad de dejar atrás el sistema autoritario que heredamos, el que combatieron y que ahora defienden en la práctica?

Yo no sé hasta cuándo en realidad. Pero me da vergüenza pensar que la democracia chilena distribuye sus riquezas entre una inmensa minoría y la gente del común sigue en las mismas: ¡Jodida!

Sigo pensando que esta es una fecha nefasta. Sigo pensando que es increíble que una de las principales arterias viales de Santiago se llame 11 de septiembre como si fuera un motivo de orgullo y la gente se pasee por ella sin siquiera cuestionarlo. Sigo sintiendo que somos mojigatos, cobardes y rastreros. Y me sigue doliendo esto, tal vez porque hago parte de los que no fuimos capaces de cambiarlo.

Friday, September 07, 2007

Pseudointelectuales de nuestro tiempo

Me encuentro tan seguido con esos personajes que se sienten en la condición de juzgar a los demás, personas que no son incapaces de estabilizarse emocionalmente, y que miran a los otros como si fueran unos ‘pendejos’.
Suelen ser personas del mundillo intelectual, que por saber una técnica o haber desarrollado un pequeño discurso se sienten con la autoridad de condenar el mal gusto de quienes les rodean o catalogar con su actitud a quienes no gustan de lo mismo que su refinado paladar o intelecto les ha enseñado.
¿Quién ‘hijueputas’ se creen estos huevones? Apenas son capaces de mirarse al espejo todos los días, han demostrado incapacidad para desarrollar relaciones duraderas, tienen un pequeño reducto en el que se sienten fuertes y tienen la mente tan estrecha que son incompetentes para descubrir que podrían aprender algo de las personas a las que juzgan en una actitud tal de superioridad que lo único que se evidencia es una inseguridad que vocifera debilidad.
Me molesta tanto esa gente que es incapaz de mirar a la cara o sostener una mirada para llevar una discusión. Me enciende la ira cuando susurran: “este man” porque alguien mira una película que no está a la altura de El Perro Andaluz o Tan lejos y Tan Cerca. ¿Es que piensan que quién se sienta a ver Rocky no está a la añtuçra de su mente, o qué? ¿Y es que sólo tienen ojos para Ingmar Bergman? ¿Se les olvida que habitan un mundo en que las personas sólo se pueden entender desde lo que les llega? ¿Creen que todo el mundo debe ser de los privilegiados han tenido acceso a la educación que les permita entender los subtextos de Woody Allen?
¿Qué clase de intelectuales se acuñan en estos tiempos que no son capaces de entender las motivaciones, las emociones y las pasiones de su tiempo?
Difícilmente esos pseudointelectuales del mundillo intelectual son capaces de entenderse a sí mismos, porque están preocupados de parecer lo que no son y porque no saben qué ni quiénes son. Difícilmente serán capaces de ponerse a la altura de los pensadores que propusieron cambios para el mundo que habitaban porque entendían el mundo que les rodeaba.
Esa clase de mediocres con carteles colgados en sus pechos me tienen de las huevas con su hipocresía… Estoy enojado esta noche porque a veces la pedancia se disfraza de tonos dulces y a veces refinados. Hienas disfrazadas de ovejas que esperan la carroña para alimentarse del animal caído.

Wednesday, August 29, 2007

Un taller y dos ruedas de prensa

El fin de semana pasado estuve en un taller para periodistas organizado por Medios para la Paz, en coordinación con las oficinas en Colombia de dos Altos Comisionados de Naciones Unidas: Para los Refugiados y Para los Derechos Humanos.

Se trata de una capacitación que ofrecen las entidades para el cubrimiento responsable de los derechos de las víctimas del conflicto colombiano y el desplazamiento forzado. Había cupo para 20 periodistas, por lo que solicité amablemente que recibieran tres más, porque me parecía que iban a sacar provecho del taller. Llegaron 12 en la mañana del sábado, hubo un momento ‘top’ en el que hubo 16 (la tarde del sábado- y el domingo otra vez 13.

El punto es que, si uno descuenta a los tres periodistas que obtuvieron un cupo extra, sólo 13 de los inscritos asistieron en algún momento del taller y hay que sumar a los que estuvieron sólo una parte, ocupando el espacio de otros colegas que sí hubiesen sacado provecho de las tres personas que lo dictaron.

El martes hubo una rueda de prensa de la Feria Ganadera, en que se repartieron ponchos, aguardiente, cerveza y sombreros. Estaba lleno de colegas. Todos felices cubriendo una actividad que fue hasta las 10:30 de la mañana y casi nadie salía del mismo hotel en que se hizo la capacitación gratuita en beneficio de nuestro oficio.
Ese mismo día y a esa misma hora, se rendía cuenta del Plan Integral Único de Atención a Población Desplazada, que según las cifras optimistas, habla de 84 mis personas en el departamento y 54 mil en el Área Metropolitana de Bucaramanga. Cero colegas… ¡Cero!

La tesis de Paco Gómez, que dice que “a la gente le importa ‘un culo’ lo importante”, cobra cada día más peso en mi pensamiento. “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el 506 y en el 2000 también”, como dice el tango, o el 3000 habría que actualizar en el día de hoy, es de una sabiduría que no linda en ninguna parte con la esperanza.

Otra vez estoy con mierda en el pecho, cada día más situaciones injustas que me inundan el cerebro y cada vez más especímenes pendientes de la marca de jeans que está de moda para botar a la basura sus americaninos… ¿o esos ya pasaron de moda?

Sigo sin comprender, sigo siendo uno más de tantos que no logramos pasar de la opinión a la acción, pero sigo rebelándome aunque el medio me de órdenes distintas y me prenda luces distintas para un mejor o feliz aterrizaje… no más, ¡He dicho y buen viento!

Monday, August 13, 2007

Cien palabras para una imagen

Una madre cercana a los 23, con una abuela bordeando los 40. Las vi saliendo de la clínica que queda junto a mi casa con un recién nacido en brazos. Al tiempo, una mujer de 30 y tantos lloraba desconsolada abrazada a otra de 60 que gritaba de dolor.
Unas con la vida en los brazos. Las otras, despedían a un motociclista que encontró su fin quién sabe a cuántos kilómetros por hora.
Unas por una vida, otras por una muerte: su vida ya no es igual... Yo pongo la cabeza en mi almohada sobre un colchón en el piso.

Sunday, May 13, 2007

La felicidad, ¿dónde queda?

FOTO/AMANDITA PUIG SALINAS/LA HIJA DE UNO DE MIS HERMANOS DE LA VIDA.

Este post se lo debo a una charla con Blanca López, quien a pesar de pertencer a las nuevas generaciones, anda en el camino de encontrarse. (Recomiendo el blog en que funge como editora. Publican de cine en general y cine colombiano en particular: Alma Provinciana.

La felicidad ¿Tiene que ver con conseguir los logros que te has propuesto? ¿Estar en el camino no es suficiente?
Es que me da vueltas en la cabeza el tema de la libertad y de la felicidad de una manera recurrente. Es parte de la búsqueda en la que ando desde que el maldito Sabater apareció en mi vida con su Ética para Amador -ya, yo sé que no es el sumum de la filosofía moderna, pero qué le voy a hacer, debo darle el crédito-.
Pienso que en occidente -y más en nuestro occidente-, no hemos preparado a nuestras generaciones para filosofar sino sólo para obtener metas. Nadie se piensa a sí mismo y mucho menos dedica tiempo a plantear o plantearse preguntas que requieran de una respuesta elaborada.
Eso, para mí, ¡es una cagada! Porque la gente no se prepara para vivir la vida, sino para luchar por conseguir metas prestadas. Bueno, ¡y qué tipo de logros que nos pide este mundo de mierda en que habitamos! Bueno; Y en ese afán de llegar a las metas, la vida se vuelve una constante frustración en lugar de un goce ¿sabes?
No se trata de que no tener metas, sino de que es una ‘putada’ que el único momento de felicidad para un ser humano sea cuando las conquista. Una diminuta fracción de tiempo en relación al que ha invertido en alcanzarla.
En otras palabras: La felicidad se vuelve efímera. Se reduce a un momento, al día o el mes en que consigues lo que te impusiste hace mucho. ¡No fuimos educados para gozar la vida!... sino para sufrirla.
Por ejemplo: ¿Quién no ha estado feliz cuando sustenta su tesis de grado? ¿Cuánto duró ese momento? (puede ser cualquier otro ejemplo que simbolice el fin de un camino). Lo que digo es que estamos mirando pa'lante sin mirar el suelo que pisamos... ¡claro que hay que mirar pa'lante! Pero también hay que hacerse consciente del hoy que pesa en la construcción de futuro. Y en la medida que somos conscientes de caminar hacia el destino que deseamos, deberíamos gozar con el recorrido. Conseguir la meta pasa a ser un punto más del recorrido ¿no te parece? Y la felicidad en lugar de un momento, se vuelve un estado.
Ya, yo entiendo que en un mundo como el que habitamos uno tienda a pensar que la felicidad no es más que momentánea y que no hay nada qué hacer. Pero, a pesar de lo que parece, yo creo que existe. Jajajajaja. Yo sé, me quejo mucho del mundo en que vivimos, pero de verdad pienso que existe, pero no sabemos verlo. No hemos sido educados para eso.
El problema es que el entorno nos dice que la felicidad depende de otros o de las cosas que podamos obtener y no hay nada que se le oponga a eso. De ahí el peligro de que ni siquiera intentemos filosofar. No nos cuestionamos, no perseveramos, nos rendimos.
Pienso que lo que no se debe pretender es que la felicidad sea sinónimo de risa, que dentro de ella puede haber momentos de tristeza, de hecho debe haberlos, porque uno igual se enriquece cuando algo le afecta. Pero en la medida que aprendemos a hacer lo que nos lleve a nuestras metas, y a tener claridad de hacia dónde vamos, nos genera la convicción de estar en el camino, aunque haya momentos y situaciones que nos ‘caguen la onda’, ¿me explico? Vuelvo y digo, no eliminar las metas de nuestras vidas, sino que sean una etapa más del camino que recorremos, ese camino que nos vuelve conscientes y nos libera aunque eso implique sufrimientos. Pero ha de ser un camino que conduzca a ser alguien, un camino que nos permita mirarnos y descubrirnos, y que visualice el ser en quien deseamos convertirnos.
Es como una cárcel con laberintos... una trampa que nos embruja... en fin... no sé, ¡en eso ando!
Para muchas de las personas que conozco sé que la tranquilidad puede ser lo que más se parece a la felicidad, que al menos es parte importante para lograr la felicidad, porque la ansiedad y desasosiego es una sensación que se parece a la depresión, pero porque no estamos preparados para resolverlos. Me quedan dudas: A veces pienso que la PRUDENCIA es la que no nos permite ser felices ¡sabes?
¿Te sorprende esa palabra? Jejejejeje. Mira, es que nos decimos ¡pilas, no te entusiasmes!, esto es apenas una partecita, ¡Todavía falta mucho! Y eso equivale a ‘joderse’ un viaje antes de iniciarlo. Es como decir: ¡Listo, salimos para Indonecia! pero no te entusiasmes todavía, porque no has llegado. Cuando en realidad, ¡uno está feliz porque sale para Indonesia! ¿me explico?
Estamos acostumbrados a menospreciar lo que tenemos porque no nos miramos a nosotros mismos, sino a los que tienen lo que nosotros deseamos. Y deseamos lo que tienen no porque sea lo que en realidad necesitamos o nos puede hacer felices, sino porque un ‘otro’ (llámese televisión, mercado, sociedad o líder) nos dice que en eso consiste la felicidad. Y claro, es más fácil creerle que pensar por uno mismo.
No estamos preocupados por SER alguien, sino por TENER algo. Ese es el verbo que para quienes nos rodean se parece a la felicidad: TENER. El problema es que no TENEMOS argumentos para resistinos. Y eso: porque no sabemos nada de nosotros mismos, ni de la felicidad, ni de la libertad, y salimos a buscarlas fuera. Un afuera tan grande, que nos da miedo salir a encontrarlas.
Por eso pienso que es una cagada que no nos eduquen para filosofar, para preguntarnos, sino para repetir respuestas prestadas.
Ya sé… es tarde. Buen viento en la travesía.

Friday, May 04, 2007

¡No quiero saber!

























IMAGEN: CORTESÍA DE ARWASSA ESPECIALMENTE PARA ESTE TEMA(www.arwassa.blogspot.com)


Esta es una continuación del otro tema, así que siga y diga lo que piense... siempre y cuando, primero lo piense.

Thursday, April 26, 2007

Castígalos Señor, sabían lo que hacían



FOTO TOMADA DE EL TIEMPO

>Por César Baeza Hidalgo

El informe del martes pasado del diario El Tiempo (http://www.eltiempo.com/justicia/2007-04-24/index.html) no ha despertado ninguna reacción suficiente de repudio por parte de la ciudadanía colombiana. Este país que vive intensamente múltiples climas y un sinfín de verdes en cualquier camino polvoroso. Humedades calurosas y gente que ríe a pesar de lo que sea, no sabe reaccionar ante la evidencia de lo que todos sabemos desde que queramos saberlo. Pareciera que no puede con la verdad.
Una madre, Rosalba Velásquez, dijo: “A uno lo hieren tanto que hasta el miedo se lo matan”. Ella perdió cuatro hijos en manos de diferentes actores armados de la guerra. No le queda nada, sólo unas fotos de unos rostros que no volverán.
Los muertos se calculan entre 10 mil – según la Fiscalía, los más optimistas- y 31 mil, según las cifras de la Comisión Colombiana de Juristas. Muertos depositados en fosas que fueron descuartizados vivos para no gastar balas, ocupar menos espacio y tener que cavar menos. Un cuerpo sin brazos, piernas ni cabeza, se puede enterrar en un hueco más pequeño.
Las declaraciones en que uno de los paramilitares encerrado en La Picota (cárcel de Bogotá), describió como sus comandantes les enseñaban a descuartizar, vaciar tripas y enterrar a sus víctimas optimizando el espacio y los tiros con personas vivas. (Hasta para eso optimizaron los esfuerzos, enseñaban como hacerlo con personas vivas que ellos mismos condenaron por el pecado de tratar de sobrevivir o poseer un pedazo de tierra que a ellos les interesaba).
Ellos sabían lo que hacían. Ahora apelan a la buena voluntad de una sociedad que quiere paz, que está tan cansada y desorientada que no tiene voluntad ni fuerzas para tener claridad en cuanto a lo que se pueda hacer para seguir adelante. La palabra justicia es un concepto que parece insuficiente y vilipendiado como para pensar que alcance para apelar a otros como reconciliación o reparación. ¿Cómo pedir que esas palabras quepan en el pecho de doña Rosalba y otras tantas madres o familias?
Sigo pensando que debería estar prohibido olvidar. Debería existir un mecanismo que no nos permita olvidar la rabia, la angustia ni el desasosiego que produce una barbarie como esta. O como tantas otras, que por lejanas en el tiempo, pretenden hacernos entrar en razón para que podamos seguir viviendo la vida como si nada hubiera pasado. Que nos permita enfrentarnos a nuevas evidencias de lo que somos capaces como seres ¿humanos? Como si fuera algo nuevo para dar otra oportunidad.
No señor, no deberíamos ser capaces de seguir soportando. Ante esto, yo pido: ¡Castígalos Señor, porque sabían lo que hacían… y todavía lo saben”.

Por favor, lean: http://www.eltiempo.com/justicia/2007-04-24/index.html

Tuesday, January 30, 2007

Mis trampas y laberintos





Las trampas y laberintos por los cuales transitas. A eso me refiero con que no todo es lo que parece. En la medida que esculcas y te acercas a comprender el concepto de libertad, te das cuenta cuan lejos está.

Pero sirve para eso, como una utopía. Las utopías no son necesariamente para alcanzarlas, como sugirió Eduardo Galeano alguna vez, sino como una meta que te ayuda a avanzar, como una fuerza movilizadora que, si bien sabes que nunca alcanzarás, te lleva hacia algún lado.

Yo no idealizo la vida, por ejemplo, ya que sé que el mundo es una mierda-, pero construyo un sueño del mundo que deseo habitar y lucho para que exista... aunque nunca se alcance y seamos concientes de que el imposible nos habita, nos inunda y nos abruma.

¿Me explico?

Los conceptos abstractos se inventaron -supongo- para nombrar de alguna manera algo que existe y no podemos tocar. Prefiero pensar eso a que las cosas sean al revés. La libertad no se puede tocar, tal vez ni siquiera se puede sentir en realidad. Pero sirve como un motor que te permite avanzar, que te impulsa y te saca del sopor y el estancamiento.

En la medida que piensas o criticas lo que ves, y lo haces de manera autónoma, ejerces tu libertad. Una libertad que te enreda, te sume en el laberinto, y en cada esquina, otra pared que te detiene.

¿Qué tan autónoma? Cada vez más, pienso yo, en la medida que descubres que lo que piensas siempre está mediado por algo... ahora bien, el campo abierto puede estar detrás de esa pared del laberinto, muy cerca, pero la salida, ¿cómo encuentras la salida?

Friday, January 12, 2007

Tengo mierda en el pecho

Por César Baeza Hidalgo

Anoche celebré, sin premeditarlo, mis doce años en Colombia. El reencuentro con un amigo del primer año -1995- me confirmó que las cosas que no se planean, en la vida social son de las mejores cosas que le pueden pasar a uno.

Pero hay otras tremendas que no se pueden planificar y que lo toman a uno siempre por sorpresa, una de esas sorpresas que no quieres que lleguen nunca, que hacen pensar que el mundo es una mierda y que los seres indolentes a los que nos tocó dominarlo también.

Hace una semana, un hijo que acompañó a su padre a hacer las compras en un supermercado del barrio Provenza (Bucaramanga-Colombia), fue atravesado por una bala que impactó en su frente. El joven quedó en coma hasta la madrugada de hoy, -viernes 12 de enero de 2007- cuando luego de una lucha milagrosa y quién sabe si inconsciente contra la muerte, se fue a otro mundo, si este existe.

He pensado que lo único que lo mantuvo vivo estos días fue el amor de sus padres y hermanos, familia, amigos que han manifestado muestras de solidaridad, rezos y deseos de que el muchacho volviera, y que lo que lo ha dejado ir, es también ese amor, para que pudiera descansar en paz.

No sé si la vida y la muerte son la separación de distintos mundos. Sí sé que no es un paraíso un mundo, un país, en el que un hijo no puede acompañar a su padre tranquilo para comprar los suministros de su casa.

Mi amigo Mario es periodista. Una de las profesiones de alto riesgo de este país. Es un periodista joven que tiene una carrera promisoria. Él es uno de los hermanos del muchacho que hoy será velado en una funeraria ante las miradas todavía sorprendidas de un grupo humano que tiene que enfrentarse de manera imprevista a un hecho que no tenía que llegar todavía.

No sé si sea capaz de hacer reflexiones sobre la vida y/o la muerte en este momento. Tengo un montón de mierda atorada en el pecho que no quiere salir. Me duele la espalda, me siento cansado, agotado. No sé si lo que uno hace sirva de algo en un mundo en el que un montón de papeles cargados de un valor de compra valen más que la vida de un muchacho que acompañó a su padre a hacer las compras de la semana.