Thursday, April 26, 2007

Castígalos Señor, sabían lo que hacían



FOTO TOMADA DE EL TIEMPO

>Por César Baeza Hidalgo

El informe del martes pasado del diario El Tiempo (http://www.eltiempo.com/justicia/2007-04-24/index.html) no ha despertado ninguna reacción suficiente de repudio por parte de la ciudadanía colombiana. Este país que vive intensamente múltiples climas y un sinfín de verdes en cualquier camino polvoroso. Humedades calurosas y gente que ríe a pesar de lo que sea, no sabe reaccionar ante la evidencia de lo que todos sabemos desde que queramos saberlo. Pareciera que no puede con la verdad.
Una madre, Rosalba Velásquez, dijo: “A uno lo hieren tanto que hasta el miedo se lo matan”. Ella perdió cuatro hijos en manos de diferentes actores armados de la guerra. No le queda nada, sólo unas fotos de unos rostros que no volverán.
Los muertos se calculan entre 10 mil – según la Fiscalía, los más optimistas- y 31 mil, según las cifras de la Comisión Colombiana de Juristas. Muertos depositados en fosas que fueron descuartizados vivos para no gastar balas, ocupar menos espacio y tener que cavar menos. Un cuerpo sin brazos, piernas ni cabeza, se puede enterrar en un hueco más pequeño.
Las declaraciones en que uno de los paramilitares encerrado en La Picota (cárcel de Bogotá), describió como sus comandantes les enseñaban a descuartizar, vaciar tripas y enterrar a sus víctimas optimizando el espacio y los tiros con personas vivas. (Hasta para eso optimizaron los esfuerzos, enseñaban como hacerlo con personas vivas que ellos mismos condenaron por el pecado de tratar de sobrevivir o poseer un pedazo de tierra que a ellos les interesaba).
Ellos sabían lo que hacían. Ahora apelan a la buena voluntad de una sociedad que quiere paz, que está tan cansada y desorientada que no tiene voluntad ni fuerzas para tener claridad en cuanto a lo que se pueda hacer para seguir adelante. La palabra justicia es un concepto que parece insuficiente y vilipendiado como para pensar que alcance para apelar a otros como reconciliación o reparación. ¿Cómo pedir que esas palabras quepan en el pecho de doña Rosalba y otras tantas madres o familias?
Sigo pensando que debería estar prohibido olvidar. Debería existir un mecanismo que no nos permita olvidar la rabia, la angustia ni el desasosiego que produce una barbarie como esta. O como tantas otras, que por lejanas en el tiempo, pretenden hacernos entrar en razón para que podamos seguir viviendo la vida como si nada hubiera pasado. Que nos permita enfrentarnos a nuevas evidencias de lo que somos capaces como seres ¿humanos? Como si fuera algo nuevo para dar otra oportunidad.
No señor, no deberíamos ser capaces de seguir soportando. Ante esto, yo pido: ¡Castígalos Señor, porque sabían lo que hacían… y todavía lo saben”.

Por favor, lean: http://www.eltiempo.com/justicia/2007-04-24/index.html