Thursday, November 09, 2006

El equilibrio de la sinrazón






El equilibrio, el yin y el yan, el blanco y el negro, los matices entre los extremos. Una de las cosas que me angustian en esta saturada oferta de gurús y de sabios que promueven estas cosas que se caen de maduras (pienso yo), es que de seguro no sean tan obvias.
Por supuesto que sin desmerecer la filosofía y los siglos de pensamiento qua hay detrás de estos conceptos y figuras, no vamos a ignorar que han sido reducidos a una suerte de baratijas de las ferias de las pulgas.
¿Me explico? Seguro no mucho, puesto que suelo pensar escribiendo, y cuando el enredo es mayúsculo, se debe reflejar en las letras.
Quiero decir que cuando tanta gente sigue, consulta, escucha, ‘consejos’ para mejorar su vida; y estos consejos responden a la lógica más básica del sentido común, supongo que –y juro que espero equivocarme- el panorama no es muy alentador en la perspectiva de pensar por sí mismo.
Claro que saber cómo deben ser las cosas no asegura que uno las aplique a la vida, pero me parece increíble que debamos recurrir a personas que aplican la fórmula de la felicidad en siete pasos, el camino del éxito en cinco y hasta cómo mantener la felicidad por toda la vida con la misma persona en cuatro –pasos, digo- (porque ni hablar de los truquitos para el sexo, que confieso haberles dedicado un tiempito).
Pues bien, ni modo. Pienso que hay dos respuestas, o necesitamos de otros para que nos digan lo que sabemos que debemos hacer, desde el fondo de nosotros mismos. Porque si lo que estos personajes nos dijeran pensáramos que es estúpido, por supuesto que ni minutos les dedicáramos. O, la otra opción, es que no somos capaces de dedicarnos unos minutos diarios para saber qué es lo que esperamos de nosotros mismos en el camino de conocernos.
La angustia, el corre-corre (o el corre que te pillo, como se diría en Chile), las cuentas de fin de mes, el reality en la tele, nos ocupan el suficiente tiempo para que no tengamos tiempo de buscar nuestras propias respuestas. Aunque de todos modos, por supuesto, las respuestas que queremos, las obtenemos de los gurús que más se acomoden a nuestros deseos o expectativas sobre la vida.
Claro que de pronto sea mejor, puesto que en el camino de conocernos nos podemos encontrar con algo que no nos guste. Algo que debamos enfrentar y resolver. Si nos lo dice otro, siempre podemos hacer como que no oímos, como que no es con nosotros o como que nada que ver.
Bueno, al fin y al cabo, siempre hay un momento en que la vida se encarga de refregarnos que no hemos sido capaces de cumplir con nuestros propósitos de lo que esperamos de nosotros. Siempre es mejor escuchar con sorpresa de labios de otros, y hacer como si hasta ese momento revelador no hubiésemos caído en cuenta de lo que teníamos que hacer con nuestras vidas. Y luego, agotados, aplastarnos a descansar frente a la pantalla chica, alienarnos y olvidar que hay que comenzar algún día.