Saturday, July 29, 2006

Apostillas de ‘La libertad en un laberinto’

Libertad
IMAGEN CORTESÌA DE ARWASSA (www.arwassa.blogspot.com)

Bueno, mi gente. Les cuento que estuve releyendo el espacio de comentarios de La libertad en un laberinto y he decidido editar la charla que se dio. Como bien decía Yreal, este es un tema que da para varios subtemas, pero pienso que puede ser constructivo facilitar la lectura de esta conversación antes de pasar a otro tema.
Aquí se los dejo... sin foto porque ya está muuuuuuy largo. Un abrazo y sigan pasando.



La libertad es como un laberinto. Es como decir que es una trampa, de esas que seducen, que cuando te acercas a sentir el cebo, te atrapa y no te deja salir. Adentrarse a buscarla es como meterse en un lío del cual difícilmente podrás salir.

Una trampa que te enamora, que te hace pensar que estás en el camino correcto, pero en cualquiera de sus vueltas te das cuenta de que sigues atrapado.

“Claro que disfrutar la libertad implica la presencia de otros, pero esos otros si acompañan en alguna medida también es desde la propia libertad.
Atreverse, arriesgarse, supone costos, a veces altos, pero la satisfacción de hacer lo que una considera justo con la propia vida, debe ser lo primero”. (Siempre el Sur)

La libertad es una búsqueda permanente. No de ahora, no de ayer, sino de siempre. Siempre está allí, como una lucha latente, que a veces decidimos hacer patente y otras, la mayoría, nunca sale de su capullo. La vida es más fácil cuando uno decide dejarla quieta... Pero es maravillosa cuando decide abrazarla.

“Es que quizás el peor enemigo de nuestra propia libertad seamos nosotros mismos. Son demasiadas las ocasiones en que son nuestros propios pensamientos los que nos encarcelan. Mientras el alma tira para un lado la razón nos hace ‘mantener la compostura’. Tal vez nos convenga dar un respiro de vez de en cuando, un respiro que verdaderamente nos permita encontrarnos y liberarnos de las todas las ataduras”. (Salime Sfeir)

El respiro que se requiere es para descansar, pero la libertad sigue esquiva. Una cosa que libera por un lado, encadena por el otro. ¿A cuáles ataduras estamos dispuestos a ceder? ¿Qué cadenas nos atreveremos a romper?

“Para mí, esto de tener un blog es un modo de no perder contacto con la sociedad, ya que justo afuera de mi casa hay mujeres dueñas de casa preocupadas de barrer las hojas y hablar mal de la vecina, mientras yo trato de averiguar quien soy y qué haré”. (Gentzane)

“Por un lado la libertad da y por otro la quita. Supongo que la libertad absoluta no existe, pero dentro de los parámetros en los cuales nos movemos debemos elegir aquello que nos haga sentir espiritualmente más libres”. (Salime Sfeir)

¡Lo que pasa es que saber eso no es tan fácil! Es como el oasis del desierto. Te arrojas sobre él y bebes de sus aguas, pero hay que estar atentos a los momentos de lucidez que nos permitan darnos cuenta de que a veces estamos tragando arena.

“Debo admitir que a veces es tanto más "fácil" dejar pasar la realidad y hacerse la tonta. Pero lo real siempre termina mostrándose, así que no podemos hacer más que aprovechar esos momentos de lucidez (o de locura en algunos casos)”. (Salime Sfeir)

La locura de estos tiempos, pienso que es la cordura que hemos perdido. Esa que nos indicaba que había que dejarnos invadir por los sentimientos, las sensaciones y dejar que la imaginación vuele.

Hemos desaprendido a hacer lo que nos apasiona, en aras de una funcionalidad enfermiza... esas cadenas que nos envuelven.

“Creo que los tiempos que corren son mucho mejores para el ejercicio de la libertad. Digo mejores, no ideales. Pero el ejercicio de la misma conlleva muchas renuncias y ganancias. La libertad es elegir y decidir. Cuando eliges, renuncias a otras opciones y cuando decides, asumes. Ninguna de las dos es sencilla. Porque hay momentos en que hay que elegir en beneficio de otros. Somos parte de un entorno que nos significa y define. A veces hay que luchar contra uno mismo y a veces ser, nos obliga a actuar en consecuencia y a hacernos cargo de nuestra vida. Ser congruentes con el "personaje" que decidimos ser”. (Yreal)

Ejercer la libertad es elegir y decidir, pero uno no siempre decide lo que le ofrece libertad. Lo que libera a veces -muchas veces- está en el camino difícil y marcado por el rechazo.

De acuerdo en que somos parte de un entorno, pero ese entorno nos presiona para que no nos salgamos de los parámetros de su aceptación.

Hoy en día, digo yo, el terreno es complicado porque la lógica del mercado define muchas más cosas de las que somos conscientes. Estamos en la parte más enredada del laberinto, porque es precisamente la parte donde el oasis se nos revela ante los ojos en forma de libertad...

“Este tema de la libertad tiene muchas variables a tomar en cuenta. Quizás se requeriría hablar de la necesidad de libertad en diferentes registros. La conquista de la libertad siempre conlleva un costo, es verdad”. (Yreal)

Pienso que el asunto de los costos, siendo real, también es un salvavidas para la conciencia. ¿Me explico? Sucede que en el fondo, y a veces no muy en el fondo, todos sabemos que el camino de la libertad duele y el de la desidia es más cómodo... ¡Qué problema! ¿Asumo el problema? ¿Lo enfrento? ¿O me quedo mirando el cielo raso con la esperanza de no tener que levantarme?

“La libertad parece estar en la posibilidad de caminar por donde uno quiera... aún si eliges la desidia y te quedas mirando el techo, eres libre porque esa fue tu elección”. (Salime Sfeir). Pero elegiste lo que te encadena, lo que te mantiene en el calabozo. Esa es la cuestión. Es decir que no siempre que escoges lo haces por la libertad.

¿Has oído hablar de los cimarrones? El cimarrón era el esclavo que se preguntaba: ¿Quién es este tipo para ser mi amo? ¿Por el solo color de piel merece serlo? Es el esclavo que empieza a soñar con la libertad y que se sabe con el derecho a ser libre.
El cimarrón es libre desde antes de huir, desde el día en que la escoge y la concibe dentro de sí, desde cuando la sueña y la añora, aunque siga encarcelado. Si escoges la desidia, es tu elección, claro, pero una que te esclaviza. No es lo mismo escoger, que ser libre.

“Como dice Sastre: "estamos condenados a elegir", queramos o no. Yo no se si esa condena nos hace felices o libres en el sentido más poético de la palabra. Algunas creencias intentan suprimir los deseos y pertenencias en busca de algo, pero no les hace al mismo tiempo esto menos libres?

Y como organismos que somos, rebosantes de hormonas, química. ¿Quién decide?

Supongo que tenemos una libertad limitada, pero yo nunca he pensado que la libertad sea ‘hacer lo que te de la gana’, sino la responsabilidad de cada una de las cosas que hacemos. No lo veo como un término hermoso, sino como algo que a veces nos produce angustia incluso”. (Arwassa)

Los conceptos abstractos se inventaron -supongo- para nombrar de alguna manera algo que existe y no podemos tocar. La libertad no se puede tocar, tal vez ni siquiera se puede sentir en realidad. Pero sirve como un destino o meta que te permite avanzar.

En la medida que piensas o criticas lo que ves, y lo haces de manera autónoma, ejerces tu libertad.
¿Qué tan autónoma? Cada vez más, pienso yo, en la medida que descubres que lo que piensas siempre está mediado por algo...

“Hay momentos que me da la impresión que nuestra libertad es extraña. Por ejemplo tenemos derecho al voto, pero nuestras opciones son muy limitadas, y a veces demasiado semejantes. ¿Realmente estamos eligiendo?

Otra cosa que me perturba, muy diferente al ejemplo anterior, la libertad para muchos es poder elegir ente muchos artículos de consumo, pero seguimos atados de cierta forma a un modo de vida. Como si nos hiciera falta urgentemente algún tipo de cambio de conciencia”. (Arwassa)

A eso me refiero cuando digo que no todo es lo que parece. En la medida que avanzas en la comprensión y te apropias del concepto, te das cuenta de que está más lejos. Pero sirve para eso. Las utopías no son necesariamente para alcanzarlas, sino como un destino que te ayudan a avanzar.

Yo no idealizo la vida, por ejemplo, ya que sé que el mundo es una mierda-, pero construyo un sueño del mundo que deseo habitar y lucho para que exista, aunque nunca se alcance y seamos concientes de que ello.

“Entiendo, no como meta sino como camino. Debe ser difícil vivir sin sueños”. (Arwassa)

Friday, July 21, 2006

La manoseada democracia


DÍA DE LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES EN COLOMBIA. FOTO/MÍA


¿Quién me habla de democracia? Me rondan las imágenes y las palabras de la gente que la defiende últimamente. Confieso que me tienen un poco consternado.

Un montón de la gente que dice defender ese sistema de gobierno que se ha convertido en una virtud –un hito en la escala de valores- casi incuestionable, pronuncia y repite discursos que me suenan tan raros en esas bocas que la piensan y la predican pero -así como el “padre Gatica”-, no la practican.

Suele suceder que miembros de las organizaciones no gubernamentales que cuestionan a los gobiernos de turno y que dicen que el señor o señorita presidente se asemeja a los dictadores de antaño (o hace poco), suelen encabezar instituciones o instancias en las que la toma de decisiones reside en las mismas personas desde hace mucho tiempo, tal vez décadas y se ejerce de la manera más grotesca imaginable. Desde un guiño, una alzada de la voz o un gesto que sus compañeros de trabajo ya aprendieron a identificar como el fin de la discusión.

No se han construido modelos de trabajo horizontales. Sigue ejerciéndose el poder vertical donde la toma de decisiones reside en las personas que se imaginaron esa institución en un principio. En definitiva, hay una autoridad que les confiere haber llegado antes, la experiencia en el tema que trabajan y/o el poder de la presencia.

Ahora, ya sé que esto debería funcionar como en otros espacios: “haz lo que digo y no lo que hago”, pero en realidad en el mundo las cosas no funcionan así. La verdad es que estamos cansados de esa gente que predica sin autoridad moral sobre los temas que nos vuelven locos, e incluso sobre los que no nos importan un ‘carajo’.

Pero claro. Esto es algo que no debería preocupar a alguien que no se caracteriza por defender la democracia. Porque pienso que todos los sistemas que conocemos son insuficientes, por decir lo menos, incluido este consabido sistema aplicado a la manera de Latinoamérica.

Un sistema que ha permitido que la corrupción se imponga de una u otra forma, que consiente en que las clases menos favorecidas sigan sin representatividad real en las capas de poder, que profundiza las desigualdades y cohíbe cualquier expresión que la cuestione. En definitiva, una democracia que poco o nada conserva de la propuesta teórica que la promueve y la posiciona como el sistema político por excelencia.

Sólo digo que lo que no funciona en lo micro, difícilmente lo hará en lo macro. Y si en los espacios donde la democracia es una palabra de todos los días, y donde se la piensa y se la observa permanentemente no se aplica. Pues, muy difícilmente funcionará en otras esferas.

Sigo pensando en la frase de Thoureau: “El mejor gobierno es el que gobierna menos”, un gobierno que logra poner a sus ciudadanos a funcionar por el bien común sin necesidad de coerciones.

La verticalidad sirve al momento de la toma de decisiones. Aprendamos a decirnos las cosas por su nombre y a no temerle a defender la forma de funcionar pragmáticamente. El que tiene autoridad que la ejerza, pero que lo haga de manera funcional y sin autoritarismo. A mí no me molesta.

¿Que la democracia es el menos malo de los modelos? ¡Y qué?

¿Que nos toca conformarnos? ¡Quién dijo?

¿Que no se ha inventado algo mejor? ¡Y qué esperamos?

Ya me estoy cansando del pragmatismo en forma de conformismo frente a lo que se supone que no podemos cambiar. Quiero aprender a lidiar con el sistema, pero no rendirme jamás. Lo quiero todo o nada, es cierto, pero no me quiero suicidar en el intento. No quiero esa democracia que me somete. Quiero creer que es posible volver a creer y seguir luchando.

Como dije en otro post: ¡Que eso es utópico! Muchas gracias. Para mí, eso es un cumplido.

Saturday, July 08, 2006

La libertad en un laberinto


FOTO/MÍA


Por César Baeza Hidalgo
No toda acción debe considerarse física, me imagino. Hay actos, o hechos, que se derivan de las decisiones que tomamos que no siempre se pueden describir en tangible y que afectan a los que nos rodean. Sobre todo a quienes nos quieren. Por lo menos lo que me está dando vueltas en la cabeza es así.

Se dice que mientras menos ataduras tiene un ser humano, más cerca de la libertad se encuentra. La verdad es que parece que se cae de madura la frase, pero eso tiene muchas intríngulis. Mejor dicho, el enredo que se forma cuando tomamos decisiones que se supone que nos afectan sólo a nosotros es mayúsculo. A veces la culpa lo ronda a uno sin saber si al fin va a entrar y quedarse o la va a lograr dejar afuera.

Una de las cosas que me ha dado vueltas en la cabeza desde hace años es esa búsqueda de la libertad. Tratar de sacudirme de esas cosas que hacemos por compromiso, pero que en realidad no nos nace hacer de pura voluntad. Tratar de mirar hacia dónde quiero ir sin medir cuánto me puede costar o cuánto me puede doler. Generalmente cuando uno toma decisiones coherentes con lo que sueña, de alguna manera duele.

Y hasta funciona. Hasta que uno decide hacerse consciente de que a pesar de todo, la gente a tu alrededor se afecta. Es que aceptar que la gente sea como es y convivir con eso no es fácil. Si roncas, desordenas, habitas espacios que estaban destinados para la soledad, siempre afecta. El costo de la libertad en algunos aspectos, significa una esclavitud en otros. Es una búsqueda difícil y complicada, que no siempre es liberadora.

Las trampas del mundo de hoy, las tentaciones de la vida moderna, las noches al compás de un vino tinto, obligan a pensar en insumos que requieres para seguir adelante disfrutando de ellas. La comodidad tiene sus costos y múltiples caras. La búsqueda de la libertad es un laberinto que te acerca y te aleja simultáneamente.

En este momento, cuando la tormenta comienza a despejarse, siento que estoy a borde del precipicio, es una sensación extraña. Como caminar por un cerro en medio de una niebla espesa, de esas que no dejan ver más allá de tu nariz. Sabes que estás a punto de ver la luz, pero también sabes que a la misma distancia puede estar el barranco.

¿A quién recurres en esos momentos? Sobre todo cuando ya has abusado de tu libertad a costa de las angustias y comodidades de otros que se solidarizaron con tu causa. Siempre llega el momento de reconocer que tu causa es tuya, y que por mucho que te apoyen quienes te quieren, no tienen por qué pagar las consecuencias de lo que decides… cuando sientes que te acercas, el laberinto te lleva a otros cauces y otra vez te alejas.