Tuesday, January 30, 2007

Mis trampas y laberintos





Las trampas y laberintos por los cuales transitas. A eso me refiero con que no todo es lo que parece. En la medida que esculcas y te acercas a comprender el concepto de libertad, te das cuenta cuan lejos está.

Pero sirve para eso, como una utopía. Las utopías no son necesariamente para alcanzarlas, como sugirió Eduardo Galeano alguna vez, sino como una meta que te ayuda a avanzar, como una fuerza movilizadora que, si bien sabes que nunca alcanzarás, te lleva hacia algún lado.

Yo no idealizo la vida, por ejemplo, ya que sé que el mundo es una mierda-, pero construyo un sueño del mundo que deseo habitar y lucho para que exista... aunque nunca se alcance y seamos concientes de que el imposible nos habita, nos inunda y nos abruma.

¿Me explico?

Los conceptos abstractos se inventaron -supongo- para nombrar de alguna manera algo que existe y no podemos tocar. Prefiero pensar eso a que las cosas sean al revés. La libertad no se puede tocar, tal vez ni siquiera se puede sentir en realidad. Pero sirve como un motor que te permite avanzar, que te impulsa y te saca del sopor y el estancamiento.

En la medida que piensas o criticas lo que ves, y lo haces de manera autónoma, ejerces tu libertad. Una libertad que te enreda, te sume en el laberinto, y en cada esquina, otra pared que te detiene.

¿Qué tan autónoma? Cada vez más, pienso yo, en la medida que descubres que lo que piensas siempre está mediado por algo... ahora bien, el campo abierto puede estar detrás de esa pared del laberinto, muy cerca, pero la salida, ¿cómo encuentras la salida?

Friday, January 12, 2007

Tengo mierda en el pecho

Por César Baeza Hidalgo

Anoche celebré, sin premeditarlo, mis doce años en Colombia. El reencuentro con un amigo del primer año -1995- me confirmó que las cosas que no se planean, en la vida social son de las mejores cosas que le pueden pasar a uno.

Pero hay otras tremendas que no se pueden planificar y que lo toman a uno siempre por sorpresa, una de esas sorpresas que no quieres que lleguen nunca, que hacen pensar que el mundo es una mierda y que los seres indolentes a los que nos tocó dominarlo también.

Hace una semana, un hijo que acompañó a su padre a hacer las compras en un supermercado del barrio Provenza (Bucaramanga-Colombia), fue atravesado por una bala que impactó en su frente. El joven quedó en coma hasta la madrugada de hoy, -viernes 12 de enero de 2007- cuando luego de una lucha milagrosa y quién sabe si inconsciente contra la muerte, se fue a otro mundo, si este existe.

He pensado que lo único que lo mantuvo vivo estos días fue el amor de sus padres y hermanos, familia, amigos que han manifestado muestras de solidaridad, rezos y deseos de que el muchacho volviera, y que lo que lo ha dejado ir, es también ese amor, para que pudiera descansar en paz.

No sé si la vida y la muerte son la separación de distintos mundos. Sí sé que no es un paraíso un mundo, un país, en el que un hijo no puede acompañar a su padre tranquilo para comprar los suministros de su casa.

Mi amigo Mario es periodista. Una de las profesiones de alto riesgo de este país. Es un periodista joven que tiene una carrera promisoria. Él es uno de los hermanos del muchacho que hoy será velado en una funeraria ante las miradas todavía sorprendidas de un grupo humano que tiene que enfrentarse de manera imprevista a un hecho que no tenía que llegar todavía.

No sé si sea capaz de hacer reflexiones sobre la vida y/o la muerte en este momento. Tengo un montón de mierda atorada en el pecho que no quiere salir. Me duele la espalda, me siento cansado, agotado. No sé si lo que uno hace sirva de algo en un mundo en el que un montón de papeles cargados de un valor de compra valen más que la vida de un muchacho que acompañó a su padre a hacer las compras de la semana.