Friday, October 19, 2007

Más de lo que somos... de lo que no quiero ser

Mis sueños nunca han tenido que ver con tener una casa muy terrenal, ni con grandes cantidades de dinero, ni con un carro último modelo en el garaje de la casa que no he soñado. Mis anhelos han tenido que ver con descubrir qué es lo que tengo dentro a ver si algún día soy capaz de sacarlo fuera de manera tal que transforme un poco el mundo que habito.
Este mundo que es una mierda y tantas veces me han discutido que no. Este mundo material que piso cuando recorro las calles de una Bogotá amenazante o un Santiago maquillado que se quiere parecer a lo que nunca será. Unas ciudades llenas de inmundicia, desde quienes las gobiernan, hasta quienes las habitan.
Quisiera creer que algún día esos -que insisto en pensar que son mayoría-, esos que no le hacen mal a nadie –pero tampoco bien- despertarán y se unirán a esos pocos que algo impulsan, con un grano de arena y una convicción irreducible, para que podamos habitar un mundo con más abrazos y menos dagas.
“Una bala siempre es perdida”, le leí un día a Juan Mosquera (www.lluevelove.blogspot.com) y me ha quedado incrustada la frase en la memoria. Lástima que la razón de los humanos, la lógica y el pragmatismo sean tan estúpidos. Habría que disparar más cámaras a las puestas de sol, más globos calientes al cielo, más risotadas en espacios públicos y privados. Pero sigue imponiéndose nuestra prepotencia en forma de lógica y supuesta razón, la principal “virtud” de la especie que domina el planeta, A veces pienso que ahí fu cuando todo se fue a la mierda: Cuando le cedimos tanto terreno a la razón, se lo restamos a la intuición, y perdimos la capacidad de escuchar sentimiento y un llamado a la pasión.
Pero sigo pensando, sigo tratando de aprender de lo que no se, sigo intentando descubrir cuáles son las cosas que movilizan al mundo y en las que sean capaces de despertar a esa horda de gente dormida, que escasamente opina y mucho menos actúa.

Wednesday, October 03, 2007

Tum tums del corazón

Un día me desperté siendo un nómada con ganas de raíces. Añoraba la tierra que me vio partir a detenerme sin tocar el suelo. Pero con el viento en el rostro es difícil detenerse... eso, que se parece a la libertad, a veces es una trampa.
Me preguntaron si sabía cómo reconocer el amor, si ese viaje había servido para saber al menos eso y me encontré respondiendo. Sumergiéndose en ese mar –le dije- no hay otra forma. Buceando sin miedo en esas aguas que pueden parecer inciertas y que despiertan la adrenalina. ¡Hay que meterse sin miedo, es la única manera!
- ¿Si hay que sufrir se sufre?
- Es la única forma de ser feliz. A esta vida vinimos a sentir, y eso incluye el dolor.
- No me quiero ir de este mundo sin saber que es el amor.

Y volví a encontrarme con que el amor que no siento hace tiempo está latente. Que mi soledad interminable es parte de mi felicidad porque no quiero nada que se parezca al amor sino que me inunde. Lo quiero todo o nada.
Supe que si la ocasión se presenta no tendré ningún miedo porque quedarse con la duda de no saber si no eres feliz por cobardía, es peor que el dolor que se pueda sentir por equivocarse. Supe que la vida me ha regalado felicidad dentro de los espacios y los mundos que he recorrido.
Reconocí que eso que se siente es algo orgánico que no alcanza a ser descrito con palabras, que no tiene explicación ni se puede cuantificar.
¿Cómo describes el sabor del vino cuando te lo sirven en otra boca? ¿Cómo describes el sorbo de café al amanecer con un cuerpo acurrucado en tu pecho? ¿Cómo describes la sensación de sentir el estremecimiento de un cuerpo cuando tocas un muslo por primera vez?
Hay cosas que se saben pero no se enseñan. Una de esas es el amor. Una forma de respirar sintiendo como inhala y exhala la otra persona, y en ese respirar te saca cosas que no sabías que tenías dentro. Ese mejor ser humano que no te has atrevido a ser. Si no se aproxima a eso: Puede ser cualquier cosa, pero no es amor.